La destrucción de Palmira representa no solo una tragedia para Siria, sino una pérdida irreparable para la humanidad, como lo señaló la exdirectora general de la UNESCO, Irina Bokova, calificándola de “crimen de guerra”.
Damasco, 29 jun (SANA) La ciudad de Palmira, joya arqueológica siria declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1980, lleva la profunda cicatriz de la guerra. Sus ruinas, que datan de los siglos I y II d.C. y atestiguan una rica historia que abarca desde los cananeos hasta el Imperio Romano, han sufrido una devastación sistemática a manos del grupo terrorista Daesh y los bombardeos del depuesto régimen.
La ocupación de Daesh en 2015-2016 de esta ciudad apodada la Novia del Desierto Sirio resultó en la destrucción deliberada de monumentos icónicos como el Templo de Baal, el Templo de Baalshamin, el Arco del Triunfo y numerosas tumbas reales. Este acto de barbarie incluyó el asesinato del renombrado arqueólogo Khaled al-Asaad, el guardián de este invaluable patrimonio.
Sin embargo, la destrucción no se limitó a la ocupación de Daesh. Los bombardeos aéreos y terrestres del depuesto régimen, en su lucha por el control de la ciudad, contribuyeron significativamente a la degradación del sitio arqueológico.
El segundo periodo de control de Daesh, en 2016, llevó a nuevas explosiones de monumentos históricos, como el Anfiteatro Romano y otros templos.
La situación actual de Palmira es difícila, y la devastación es un obstáculo significativo para la recuperación de esta ciudad histórica, que antes de la guerra de 2011 era un importante destino turístico.
Desde diciembre de 2024, los ciudadanos que regresan a la ciudad va en aumento, sin embargo, enfrentan a la triste realidad de la pérdida y a la enorme tarea de reconstrucción. La destrucción de Palmira representa no solo una tragedia para Siria, sino una pérdida irreparable para la humanidad, como lo señaló la exdirectora general de la UNESCO, Irina Bokova, calificándola de “crimen de guerra”.
La reconstrucción requerirá una inversión considerable y un esfuerzo internacional para preservar lo que queda de este invaluable legado histórico.
Por Watfeh Salloum