Damasco, 22 may (SANA) Durante los años del conflicto sirio, la ciudad de Jaramana se destacó como un faro de ayuda humanitaria para la población sitiada de Ghouta. Durante el intenso asedio por los militares del ex ejército de depuesto régimen de mayo de 2013, residentes y voluntarios de Jaramana establecieron una red vital para suministrar socorro, medicinas y ayuda de emergencia, ofreciendo un salvavidas crucial en uno de los periodos más difíciles.
A pesar de los esfuerzos de la guerra por fomentar la división, el odio y el sectarismo, prevalecieron los actos de solidaridad. La activista feminista Lina Halima Mohammed, opositora al antiguo régimen y hermana del desaparecido forzosamente Jihad Mohammed, ha recordado recientemente cómo los residentes de Jaramana arriesgaron su libertad para ayudar a sus compatriotas en Ghouta.
Numerosos individuos pagaron un alto precio por su humanidad. Waddah Azzam, por ejemplo, pasó cuatro años en prisiones del régimen por dar refugio a combatientes heridos que necesitaban atención médica. La casa de Reham Jarmani, convertida en almacén de suministros médicos destinados a Ghouta, fue allanada, mientras ella junto con su hermana fue arrestada.
Estas historias de audacia y solidaridad en tiempos de desesperación son cruciales hoy, mientras Siria busca sanar y reconstruir su tejido social. Reafirman la capacidad del pueblo sirio para la cohesión y la ayuda mutua, demostrando que el espíritu de solidaridad y el mosaico cultural sirio persisten a pesar de los intentos por destruirlos.
Watfeh Salloum